Saguia
A ese compañero de la infancia, nítidamente presente en la distancia, mi río Saguia.
Dicen que la
noche se adueña
de tus tonos añiles,
violeta y cobalto.
Que se secaron
en tu regazo
los besos de sal.
Dicen que
la sonata
de viento,
se torna en
sinfonía de
notas caóticas
orquestadas
por el espanto.
Ignora los dardos
de la serpiente.
Volveré,
envuelta en mantos
de estrellas rojas,
a sanar las
aguas amargas.
A morir y renacer
en las entrañas atlánticas.