Flash
Que llegue un día, un día, un simple
muchacho que me quiera. No pido
más que eso. Ni mares ni estrellas
ni abismos ni fortunas. Solo su sonrisa
de rufián esperándome en el café
de la esquina. Sé bien que tanta literatura
no me ayuda. Que vivo en un mar
de engaños. Que estoy más cerca
de la luna que de sus ojos. Pero Señor,
sé bueno conmigo. Que un día al darme
vuelta sobre la cama me tope con su
cuello, o con el dedo gordo de su pie
– el más solitario de todos. No pido
la fantasía de un chico eterno, no… ya no.
Apenas el relámpago de su voz diciéndome
no sé, cualquier pavada por teléfono.