The Child is Father of the Man The Child is Father of the Man

The Child is Father of the Man

No sé cómo buscarte dentro de mí,
niño que fui: si debo escarbar
encarnizadamente
en la memoria
o invocarte por medio de magias repentinas
en las que no creo.
 
Estás perdido pero no para ti mismo:
sólo para mí. Sin embargo soy tú,
o eso me dicen quienes parecen
saber más de mí que yo mismo; o que tú.
 
En el tiempo de la vida
tuviste un tiempo propio,
largo, dilatado
hasta el confín de juegos infinitos.
 
Sé que jugabas como ahora yo juego:
pero eso no es encontrarte. Soy tu repetición
-siquiera en el esplendor mínimo
del juego -y sus inocencias y sus culpas.
 
William Wordsworth afirma
que eres mi padre:
él juega un juego estrafalario
con los años, con las edades
y con la genética. Por las entrañas
y por la biología,
mi padre fue otro
-y ya está muerto. Tú estás vivo.
Y es cierto que vives
como una sombra palpitante
dentro de mí. Pero no conozco ese «dentro».
 
Cuando examino el interior de lo que soy
hallo solamente un amasijo de formas
indistintas, apenas discernible
por un esfuerzo del recuerdo.
Pero estás ahí, impalpable, invisible.
 
Acércate. Pienso a veces
que no quieres hacerlo
para que yo no te mate. O te me escapas
minuciosamente
por una voluntad incomprensible
de ocultamiento. Pues sospecho
que no me tienes miedo
-como no le tiene miedo la sombra
al cuerpo que la proyecta sobre la pared.
 
Es posible que siempre estés aquí
y seas la forma sagrada
de una ignorancia cósmica
que debería atormentarme.
Pero quizá, mejor aun,
tienes la hondura de una sabiduría
visionaria.
 
Sin embargo, sé que aborreces
tales grandes palabras, acaso
porque las desconocías
o porque ellas te desconocían.
 
Entre mil otras cosas, puedo entender
que eres precisamente eso:
el desconocimiento de las grandes palabras.
 
Que por el tiempo presente de tu ausencia
o de tu estilo de esconderte
eso me baste. Mientras tanto, en sueños,
 
murmuro tus cantos sin significado
y en la vigilia intento ponerlos
en líneas irregulares de juego serio,
ese otro confín.
 

The title of the poem is in English in the original.

The Child is Father of the Man

I don't know how to seek you out inside me -
child that I was: whether I have to scrape
with gritted nails
in memory's plot
or call you forth with drastic invocations
I don't believe in.
 
You're lost - not lost to yourself:
only to me. But all the same I'm you,
or so they say, the ones who seem to know
more about me than I do, or than you do. 
 
In the time that's given to a life
you had your own time,
wide and stretching out as far as
the edge, the margin of endless play. 
 
I know you played once as I'm playing now:
but this isn't to meet you. I'm your repetition
- if only in the curtailed splendour
of the game, its guilt and innocence.
 
Wordsworth declares that you're my father:
himself playing a weird and wild game
with the years, succession
and genetics. For my assembled parts,
the biological thing,
I had another father
 - and now he's dead. But you're alive.
No doubt about it - you're alive
like a pulsing shadow
inside me. Yet I have no knowledge of this ‘inside'. 
 
When I examine the interior of what I am
I find a mass of inchoate forms
that even by an effort of memory
are barely distinguishable.
But you are there - untouchable, invisible.
 
Come closer. I sometimes think
you don't want to
for fear I'll kill you. Or that deftly
you elude me
out of an unfathomable
will to hide. Then I suspect
you have no fear of me -
as the shadow has no fear of the body
that casts it on the wall.
It could be that you're always here
and that you're the sacred form
of a cosmic ignorance
that should torment me.
Though perhaps, better still,
you've sounded the depths of visionary wisdom. 
 
All the same, I know you hate
such big words, maybe
because you've no knowledge of them
nor they of you.
 
Among countless other things you may be,
I can understand that you're precisely this:
the ignorance of big words.
 
That for the present moment of your absence
or of your manner of hiding
this is enough for me. In the meantime, in dreams,
 
I croon your songs without meaning
and, awake, I try to place them
in the irregular lines of serious play,
this other edge, this margin.
 

Original Poem by

David Huerta

Translated by

Jamie McKendrick with Jamie McKendrick Language

Spanish

Country

Mexico