Trece intenciones contra el amor trivial
Si la palabra es el principio de la acción, liberemos la palabra de la esclavitud doméstica rellenándola de cáncer, del virus más venenoso e incurable, y lancémosla al cuerpo del amor trivial.
LLUÍS FERNÁNDEZ, El anarquista desnudo
1. Razones viudas por las que
"sucede que me canso de ser hombre",
líquido desflecado y fértil
de la mujer que no soy; líquido
terso, cristalino, que sale
de los senos que no tengo.
2. Enigmas, siempre, del coito
conmigo mismo: uróboro,
Anillo de Moebius. Evidencias
de una manada, de una multitud
que se difunde dentro de mí
-circula, quiere algo: ama, se ama.
3. Hay mujeres, mal sueño mío,
muertas en mí -arrojadas como cabelleras.
4. En mis fotografías de niño estoy
indiferenciado, un amasijo
de palpitante energía carnal, sin
sonrisa, sin miedo, sin neurosis.
5. Misterios de mis labios bajo el bigote
imperioso y solipsista, hirsuto paisaje
de los caracteres secundarios.
6. Tacto y sudor, míos, de hombre,
a veces, sobre una carne en penumbra
deleitada, carne desconocida, sedienta;
carne imborrable, con un corazón
afilado y leve, y otros latidos milenarios,
caudalosa carne abrazada a mí, a mis
ficciones concretas de persona, mi yo turbio.
7. Una sequía nos divide,
mi vertebral llamarada
y tus ansiosas vértebras
lo saben interminablemente.
8. ¡Ah!, instantáneos abismos
de mi apetito, la mayoría de edad
y sus frustrados paraísos, los jardines
parásitos del hambre individualista
que va sintiendo el cráneo macho,
secamente, resplandeciendo por lo bajo
y con los dientes apretados.
9. Falo y esperma, grandes símbolos
y minuciosos abalorios del amor trivial
-losa diamantina en mis lomos adultos.
10. Pero quién quiere culpas, por lo demás:
pedazos muertos del falo-gimnoto,
pedazos muertos de la vulva-caverna: Culpas.
11. No quiero culpas prendidas,
como millar de escapularios,
en el envés de mi falda de hombre.
12. Doy mi palabra de hombre y cuánto pesa,
circula austera, devuelve un aroma
musculado y gentil, de cedo-el-paso, de ir
por el lado de afuera en la banqueta, de
extender una mano -sólo tendones, venas.
13. Mis palabras quisieran
restañar esa herida: la
mordedura del amor trivial.
Amor, amor, detén tu planta impura.
VICENTE ALEIXANDRE