Esto no puede seguir así This can’t last

Esto no puede seguir así

Cómo puedo yo
estando ahí ese chico
terso y brillante como una espada,
seguir estudiando las disquisiciones
que cierto poeta famoso hace
sobre el verso libre, aunque sea tan
maravillosa su teoría
 
y esté, como siempre
el secreto del mar
empujando día y noche nuestras palabras
desde lo oscuro, con esa persistencia terca,
luminosa, que no se rinde y
todo lo contrario: se eleva
una vez más, como si no quedara
otra cosa que hacer
frente al paso del tiempo
 
y si además me mira (una, dos veces)
inclina un poco la cabeza,
entreabre apenas los labios
y me susurra algo que yo
no comprendo, pero va a dar
directo como un dardo,
un rayo contra mi corazón
 
y no conforme con esto, se acerca
y me pide fuego (¡él a mí!)
y enseguida se sienta a mi mesa
y dispara, dispara
una sonrisa sin antecedentes
y arrastrando un poco la voz
como corresponde a esa hora
y a un muchacho de su edad (24 años)
me dice a quemarropa, el muy canalla
que se llama Danilo.
 
Danilo ¿se dan cuenta?
Cómo se hace para seguir
con todos los buenos y bellos propósitos
que me hice, y decididamente no cumplo,
y postergo cada noche a lo largo
de todos estos años, si
 
además es verano, y la cerveza
corre como un ciclista por la carretera
que une ciudades y pueblos remotos
como Brooklyn o Manhattan (¿me dijo que venía de Manhattan?)
y yo me siento adentro de un poema
mal traducido pero hermoso, hermoso
 
al igual que sus ojos
negros y relampagueantes
que me empujan, a través de las calles
 
bajo el mismo (nunca se cansará de ser
el mismo) rumor de las estrellas,
buscando un sitio en donde pernoctar
(bueno, así me lo decía él, y así
se los repito): brother, me decía cada cuatro
palabras, brother ¿se dan cuenta? Es el colmo.
Despertate, me dije, de ninguna manera
esto puede seguir así.
 
Pero el poema se había convertido, de pronto
en una película muy mala y, por supuesto,
como suele ocurrir en estos casos, deliciosa.
Horriblemente deliciosa - me dije, se lo dije
a Danilo
 
y preferí cerrar los ojos
y respirar profundo el aire tibio que me ofrecían
ahora sí, tiernamente, sus labios. Solo eso,
y dormirme después a su lado, desnudo,
con la dulce agonía de quien espera el alba
en Manhattan.
 

This can’t last

How can I –
with the boy just there
smooth, glinting like a blade –
continue studying the pronouncements
of some famous poet
on free verse, even though his
theories are rather wonderful
 
and even though, as always
the secret of the sea’s present, a tide
pushing our words out from the dark,
night and day, with that indifferent, luminous
persistence that never surrenders but
quite the opposite, rears up
again and again, as if there were
nothing else to be done
faced with time’s footsteps
 
and if, additionally, he looks at me (once, twice)
nods slightly,
half opens his lips
to whisper something
I don’t understand, but that’ll launch
a bolt, arrow-precise
into my heart
 
and not content with that, comes over
and asks for a light (him, asking me!)
and sits right down at my table
and flashes, flashes
a smile with no precursor
and drawling slightly
as befits both the hour
and a boy of his age (twenty-four)
says point-blank, the little devil
that his name’s Danilo.
 
Danilo – are you all getting this?
how can I countenance
all the fine and noble promises
I’ve made, and definitely won’t keep,
and have deferred night after night
for all these years, if
 
on top of that it’s summer, and the beer’s
rolling like a cyclist on the highway
linking cities and faraway towns
like Brooklyn and Manhattan (did he say he came from Manhattan?)
and I’m feeling like I’m inside a badly-translated
poem but it’s beautiful, as beautiful
 
as his eyes
black, blazing,
that push me, through the streets
 
beneath the same glimmer of the stars
(they’ll never tire of being the same),
looking for a place to spend the night
(well, that’s how he expressed it to me, and that’s
how I’m relaying it back to you all now): bro, he said every four
words, bro – are you all getting this? He’s really something else.
Wake up, I say to myself, there’s no way
this can last.
 
But the poem had suddenly turned into
a really bad film and, naturally,
as these things tend to pan out, a rather pleasurable one.
Hideously pleasurable – I said to myself, I said
to Danilo
 
and I chose to close my eyes
and inhale, deeply, the warm air that now, yes now
his lips offered up to me so tenderly. That was all,
then later falling asleep by his side, naked,
with the sweet agony of someone waiting for dawn
over Manhattan.
 

Original Poem by

Osvaldo Bossi

Translated by

Jon Herring Language

Spanish

Country

Argentina